LAS BASES DEL INSTITUTO CRÍTICO DE DESAPRENDIZAJE
El Instituto crítico de desaprendizaje nace impulsado desde el colectivo La Vorágine con la convergencia de inquietudes y anhelos compartidos por un grupo de personas de distintas miradas, gustos, oídos, olfatos y tactos unidas por la necesidad de construir alternativas a los modelos de aprendizaje, cultura y conocimiento transmisor-reproductor promovidos por el sistema de enseñanza y otras instancias como la industria cultural y los media. Tratamos de encauzar la energía que nos llega de los gritos de las calles en de las demandas de una sociedad más justa, libre, igualitaria y solidaria, hacia una praxis colectiva de reflexión y acción transformadoras.
Nuestro punto de partida lo constituye el cuestionamiento crítico del saber instituido, la oposición teoría/práctica, razón/emoción, promovidas e instrumentalizadas por las instancias de poder, así como el saber canónico y los procedimientos de acceso al mismo generalmente practicados. Este camino emprendido tras varias experiencias previas, confluye en el debate fundacional que tuvo lugar el 10/03/2018, con el propósito de disponer de una base compartida sobre la que ir construyendo comunidades de referencia interdependientes, como espacios desde donde reflexionar, soñar y actuar, alejadas de la elitización y el exclusivismo del saber/poder.
La cuestión de partida consiste en determinar qué asuntos queremos desaprender y qué saberes y prácticas no lo requieren. Tarea que implica, de una parte, investigar deliberadamente acerca de qué saberes es necesario desaprender y cuáles no; y, en segundo lugar, descubrir críticamente en los propios procesos dialécticos y autorreflexivos, los saberes y preconceptos que utilizamos para aprehender la realidad de los que es necesario des(a)prenderse.
En relación con la idea de desaprendizaje nos apoyamos en el concepto de sentipensar, como ruptura y superación de la dicotomía razón/emoción. Se trata de buscar -más allá de “la verdad objetiva”- el sentido de la realidad, no sólo percibida y pensada, sino necesariamente “sentida”, capaz de orientar nuestra vida. Por ello, pensamos que tan importante es el “qué” como el “cómo”, el modo de desaprender, enfatizando la importancia de la materialidad de los procesos de aprendizaje, de su singularidad y el valor de los saberes que se expresan en la cotidianidad. Consideramos una tarea fundamental la creación de herramientas de enseñaje y de praxis ligadas a ellas.
Respecto al rol de los actores que intervienen, nos reafirmamos en la vincularidad y reciprocidad entre aprendiz y enseñante (Freire) lo que caracteriza el proceso de desaprendizaje como acto de enseñaje (Pichón-Riviére). Esto exige la coherencia entre el “qué”, el “cómo”, el “quién” y el “dónde” del desaprendizaje, y con el objetivo del mismo.
Pensamos el lugar de enseñaje sin limitarlo a un espacio formal e institucionalizado de confinamiento, sino como todo aquel escenario que ofrece oportunidades de enseñaje vivencial, de experimentación e interacción con los objetos de conocimiento, además de ofrecer confianza y seguridad a las personas implicadas en el proceso.
Apostamos por evitar la elitización y exclusivismo de las prácticas de desaprendizaje, que concebimos como construcción colectiva orientada por principios básicos compartidos, como:
Fomento de una actitud dialógica y de debate permanente
Equivalencia de las participantes y (re)conocimiento del otro
Cordialidad y cuidados recíprocos
Conciencia del sentido de comunidad como ser en común, como ser-con, sin exigencias identitarias
Reconocimiento de los saberes específicos e individuales
Reconocimiento del valor del saber popular
Valoración de la experiencia como fuente de conocimiento, vs. la construcción racionalista-productivista causa/efecto como único criterio de validez.
Igualdad, justicia social, defensa de los derechos básicos
Autocrítica individual y colectiva.
A modo de hojas de ruta que orienten nuestro pensamiento, partimos de ideas fuerza, como las siguientes:
La generación de un lenguaje y un imaginario colectivo propios
La creación de talleres horizontales, donde los participantes comparten e intercambian el papel de facilitador y aprendiz, orientados por la creatividad, la devolución del conocimiento, la exploración de los procesos de democratización del mismo y la complementariedad de los saberes, dentro de un paradigma marcado por la interdependencia.
Estimular la sensibilidad a las demandas reales, además de la generación de propuestas desde la comunidad de referencia.
La evaluación centrada en responder a la pregunta: ¿se está practicando lo que estamos desaprendiendo?
Vocación periférica: estar, mirar, aprender en, a y de la periferia.
Conceptualización del conocimiento como bien común
Construcción, deconstrucción, conservación y diseminación de la memoria y del saber colectivos.
Los referentes teóricos del I_D consensuados como base de partida son: la Pedagogía crítica; la Teoría feminista; el Pensamiento decolonial; la Ecología social; la Educación expandida; las cosmogonías y cosmovisiones alternativas a la occidental, colonial, eurocéntrica…